Y yo que pensaba que El Desván Alternativo nunca volvería a abrirse de nuevo. Es más, cuando he entrado en él me he encontrado todo lleno de polvo y mierdas varias, no podía dar más de dos pasos sin tropezarme con una caja llena de discos, demás recuerdos antiguos e incluso una pistola de juguete de Disneyland París. Creí que con la entrada de Weezer ya hubo suficiente como para terminar la historia de este pseudo-blog musical, inconsistente a ratos, irregular en su contenido y nunca publicitado/spameado (hay miles y mejores que éste, para que engañarme).
Pero soy una persona que se mueve por impulsos y casualidades, y precisamente han vuelto a confluir ese impulso y esa casualidad necesarias para que vuelva a escribir por última vez en este blog, ya sí, para siempre. El génesis de todo esto empieza la misma noche en la que nació la entrada sobre Weezer, así que era algo lógico que llevara el mismo nombre. Son las dos caras de una misma moneda, una moneda perdida entre las aguas de un estanque en el jardín botánico, bajo la pétrea mirada de la estatua.
Nunca he sentido mucho aprecio por la música en español, mejor dicho, por la música que se hacía en España. Sin intentar generalizar ni mucho menos, se que vivo bajo la realidad de que, gran parte de mi generación, ha nacido bajo la música y las letras de gente como Extremoduro, Marea, Platero y Tú/Fito & Fitipaldis,... lo que vendría a ser el rock urbano español. Yo, sin embargo, nunca me he identificado con este tipo de música, nunca me han llegado.
Sin embargo, otros grupos como Triana (ya hablé de ellos una vez) o Radio Futura sí que forman parte en la historia musical de mi vida. La Estatua del Jardín Botánico es una de mis canciones favoritas.
Aunque si hay alguien, o algo, por la que siempre he profesado autentica devoción, ha sido Bunbury y Héroes del Silencio en definitiva. Mi idilio con Bunbury ya va camino de los diez años, cuando no paraba de escuchar Pequeño Cabaret Ambulante (2000), el disco que Bunbury grabó en aquella gira en la que recorría los temas de sus primeros álbumes en solitario, Radical Sonora (1997) y Pequeño (1999).
Aquellas canciones se repetían en mi cabeza una y otra vez, no paraba de cantarlas en todo el día. Recuerdo los primeros compases de Infinito y aquel "me calaste hondo y ahora me dueles...", o Apuesta Por El Rock N' Roll, una de las pocas canciones de las que recuerdo su letra sin esforzarme.
También había espacio para una ranchera, El Jinete, de Jose Alfredo Jiménez, en una versión que llega a poner los pelos de punta.
También había espacio para una ranchera, El Jinete, de Jose Alfredo Jiménez, en una versión que llega a poner los pelos de punta.
A mi memoria vuelven los ecos de Alicia (Expulsada a Islas Mujeres), que comenzaba con los primeros versos de La Estatua Del Jardín Botánico (no, no ha sido una casualidad). Me gusta cuando, entre esos impulsos y casualidades, las canciones adquieren nuevos significados.
Pero si mi historia con Bunbury ha durado tantos años ha sido sin duda por su obra cumbre, su legado más importante, seguramente el mejor grupo de música que ha dado este país: Héroes del Silencio. Hablar de Héroes del Silencio son palabras mayores. Nunca en España ha habido un grupo capaz de generar tanto amor y odio bajo un mismo nombre.
Porque lo bueno en esta vida es no dejar indiferente a nada ni nadie, dejar tu propio sello. Ser único sin necesidad de demostrarlo. Esta máxima la llevaron al extremo Héroes del Silencio, bajo la figura de Enrique Órtiz de Landázuri Yzarduy, Enrique Bunbury para todos nosotros, los mortales. Bunbury, el icono. Un rebelde sin otra causa mas que la música en la que cree y por la que ha trabajado tan duro. No lo conozco, podre leer cientos de historias, libros varios, biografías, etc. y seguramente siga sin saber quien es. Me ocurre lo mismo que con David Bowie, y aun así los admiro profundamente. Creo que el mejor halago que le puedes hacer a Enrique es compararlo con Bowie.
Porque lo bueno en esta vida es no dejar indiferente a nada ni nadie, dejar tu propio sello. Ser único sin necesidad de demostrarlo. Esta máxima la llevaron al extremo Héroes del Silencio, bajo la figura de Enrique Órtiz de Landázuri Yzarduy, Enrique Bunbury para todos nosotros, los mortales. Bunbury, el icono. Un rebelde sin otra causa mas que la música en la que cree y por la que ha trabajado tan duro. No lo conozco, podre leer cientos de historias, libros varios, biografías, etc. y seguramente siga sin saber quien es. Me ocurre lo mismo que con David Bowie, y aun así los admiro profundamente. Creo que el mejor halago que le puedes hacer a Enrique es compararlo con Bowie.
Desde un primer momento fue evidente que Héroes no eran un grupo cualquiera. Nacidos bajo aquella segunda "Movida", aparte de la Madrid, que hubo en Zaragoza durante los años 80, con grupos como Más Birras (los autores originales de Apuesta Por El Rock N' Roll), Boda de Rubias o Enfermos Mentales, además de las propias, como Proceso Entrópico, Zumo de Vidrio, Modos, Niños de Brasil, etc. por las que pasaron los distintos componentes de Héroes antes de formar el cuarteto definitivo: Enrique Bunbury (Voz), Juan Valdivia (Guitarra), Joaquin Cardiel (Bajista) y Pedro Andreu (Batería).
Eran buenos, muy buenos, con un directo realmente apabullante, y muy trabajadores, y es que el éxito no se consigue simplemente con destellos de calidad. Los conciertos eran cada vez más numerosos y se empezaba a correr la voz de que un nuevo grupo con un sonido distinto al de los todos los demás venía pegando muy fuerte. Olvidado era el clímax de aquellos primeros conciertos.
Gracias a la ayuda de Gustavo Montesano, ex integrante de Olé Olé, consiguieron grabar un EP, Héroe de Leyenda (1987), que contenía temas que tocaban por aquel entonces en los conciertos, como El Mar No Cesa o La Lluvia Gris, además de Héroe de Leyenda, el primer éxito de los zaragozanos y que daba nombre al EP. En él, se recogía el sonido de aquellos conciertos, sin aditivos, directo al oído. La portada es muy The Cure, una de las grandes influencias de la banda. Héroe de Leyenda vendió mejor de lo esperado, tanto que finalmente consiguieron grabar el que sería su primer LP, El Mar No Cesa (1989). El sueño estaba cada vez más cerca de convertirse en realidad.
Gracias a la ayuda de Gustavo Montesano, ex integrante de Olé Olé, consiguieron grabar un EP, Héroe de Leyenda (1987), que contenía temas que tocaban por aquel entonces en los conciertos, como El Mar No Cesa o La Lluvia Gris, además de Héroe de Leyenda, el primer éxito de los zaragozanos y que daba nombre al EP. En él, se recogía el sonido de aquellos conciertos, sin aditivos, directo al oído. La portada es muy The Cure, una de las grandes influencias de la banda. Héroe de Leyenda vendió mejor de lo esperado, tanto que finalmente consiguieron grabar el que sería su primer LP, El Mar No Cesa (1989). El sueño estaba cada vez más cerca de convertirse en realidad.
El Mar No Cesa son once canciones marcadas por una producción totalmente pop, lo que se llevaba en España en aquellos años, como forma de buscar la aceptación del publico. Este hecho no gusto a ninguno de los miembros de la banda, ya que ellos querían un sonido más crudo y menos blando. Odiaban que les tildaran de "blandengues". Aun así, es un muy buen debut, con canciones como Mar Adentro, Flor Venenosa o El Estanque, las cuales casi siempre han formado parte de los setlist de sus conciertos. También hay otras grandes canciones, como La Lluvia Gris, que ya aparecía en el EP, o La Isla de las Iguanas, con un sonido que bebe de los Radio Futura de esos años y también de unos Danza Invisible, aunque siempre, por supuesto, con el sello inconfundible de Héroes.
Con este primer álbum se pueden apreciar ya varias de las señas de identidad de la banda: la poderosa voz de Enrique (aunque como el dice, suena algo aflautada en este primer disco), el sonido limpio de la guitarra de Juan, dueño y señor de los arpegios, y un bajo y una batería que ayudan a llevar el peso de la melodía. También por esta época comenzaron a aparecer las primeras comparaciones. Como no, la eterna comparación de Bunbury con el legendario Jim Morrison ha estado siempre presente, aunque la verdadera influencia siempre fue el citado Bowie. También en un principio se les comparo con unos U2 en la cima de su carrera, tras el éxito de The Joshua Tree.
Funcionó realmente bien El Mar No Cesa, con cifras de ventas muy destacables (150.000 unidades vendidas) y una legión de fans que acudían enfervorecidos a cada concierto del grupo. Se centraron en la búsqueda de un nuevo productor, alguien que consiguiera sacar el máximo de cada uno de los cuatro componentes y, sobre todo, llevar el sonido de un concierto al estudio. Al final consiguieron a Phil Manzanera, ex guitarrista de Roxy Music (banda clave en la escena de los 70 y con los dos Brian, Ferry y Eno, como líderes del grupo), que quedó maravillado con Héroes tras verles tocar, y que apoyaba el conseguir un disco que tuviera esa fuerza y potencia del directo, pero también ese sonido limpio, melódico y pulido. Nunca grabar música enlatada.
En la gira posterior a El Mar No Cesa empezaron a tocar algunos de los temas que aparecerían finalmente en el siguiente trabajo de Héroes: Hechizo, Senda, Malas Intenciones, Maldito Duende y Entre Dos Tierras. Estábamos ante Senderos de Traición.
Senderos de Traición es, en mi humilde opinión, el mejor álbum de toda la historia del rock español, Héroes del Silencio en estado puro. Su mejor disco, los temas que están en la mente de todo el mundo. Canciones como Entre Dos Tierras: decidir entre ser como eres y como debes de ser. Y ellos eligieron ser como eran, únicos e inigualables. Es el himno, con mayúsculas, la guitarra con delay de Juan abriendo el tema en Si bemol menor. Los pelos como escarpias. Seis minutos para la historia y un estribillo para el recuerdo.
Déjame
que yo no tengo la culpa de verte caer
si yo no tengo la culpa de que
entre dos tierras estas
y no dejas aire que respirar
Maldito Duende es el otro gran himno que podemos escuchar en Senderos de Traición, con un Bunbury de lo más teatral, recordando a ese pequeño gran hombre que es Raphael, cuya versión de este tema es cuanto menos curiosa. Para que engañarnos, sin duda Maldito Duende es esa canción de Héroes del Silencio que todos hemos cantando y coreado y, dependiendo de los grados de alcohol en sangre, casi parodiado. Pero existe vida más allá de estas dos canciones. Entre mis debilidades se encuentra La carta, escrita por Enrique y que trata sobre la tormentosa relación de Bunbury con su padre, sobre todo a partir de que este se dedicara plenamente a la música con 17 años. Otro tema imprescindible es Hechizo, furia vertiginosa que acaba explotando en uno de mis solos preferidos de Valdivia.
Uno de los platos fuertes de aquella gira de Senderos de Traición (que podemos escuchar en el LP en directo Senda '91) era La Decadencia, en la que Enrique presentaba a los integrantes del grupo y con la que, en algunos conciertos, incluso se atrevían a intercalar con versiones de Led Zeppelin (Rock & Roll), Creedence (Suzie Q) o los Stones (It's Only Rock N' Roll). Sé que me dejo algunas: Despertar, El Cuadro II, Con Nombre de Guerra, Oración,... Todas son geniales.
Un álbum redondo, sin fisuras y muy equilibrado. La esencia del sonido Héroes. El hecho de que el ambiente durante la grabación fuera de unión entre los cuatro bajo un mismo propósito le da ese extra que sólo ocurre cuando un grupo de personas luchan por un único fin. Todo salió perfecto.
Senderos de Traición fue la llave maestra que les abrió las puertas del cielo musical, no sólo en España, sino también en Latinoamérica y, por supuesto, en toda Europa. Héroes del Silencio fue más allá que cualquier grupo de este país, siendo los únicos en tener repercusión mas arriba de los Pirineos, sobre todo en Alemania: 500.000 copias llegaron a vender de su segundo disco, y donde son considerados unos dioses. Debe infundir mucho respeto, y también ser todo un honor, ver a miles de alemanes corear Entre Dos Tierras. Durante aquellos años recorrieron los grandes festivales de toda Europa, donde compartieron cartel con las mejores bandas de aquella época.
Todo ese cariño de los fans es una de las señas de identidad de Héroes, pioneros en construir una estética inconfundible, entre lo rockero y lo gótico, y una simbología que todo el mundo reconoce a primera vista, estando presente en camisetas que se vendían por cientos y miles (me queda pendiente como compra). Pero esto, sobre todo en un país como España, cuna de la envidia por bandera, no estaba ni está bien visto. El amor profundo de la gente era inversamente proporcional al de los críticos musicales.
Ni qué decir tiene que la personalidad de los cuatro, en especial al de Enrique, a veces podía ser malentendida como arrogante, lo que alentaba más y más a los feroces críticos de este país, que sabían donde disparar para hacer daño: desde la continua comparación Bunbury-Morrison hasta el hecho de que miles de jóvenes y alocadas adolescentes acudieran en masa a sus conciertos, o estuvieran día y noche en las afueras de los hoteles esperando a sus ídolos Un ataque más, y muy hiriente, era acerca de la presencia de Enrique en revistas juveniles, e incluso el apoyo por aquella época de los 40 Principales. Y claro, Héroes no eran de esos que se quedaban callados. Nunca lo hicieron, y así siguieron hasta el final.
Seguir tu propio camino, con tus ideales y tus ganas intactas, sin perder tu forma de ser, sin cambiar ni venderte. Ese senda que conduce hacia la cima ya estaba terminada. Solo quedaba mantenerse o caer en el más oscuro de los olvidos. Dos caminos con dos posibles destinos.
Si somos diferentes, únicos y perduramos en la memoria de cada una de las personas que nos rodean, ¿por qué no coger el camino del exceso?.
Si somos diferentes, únicos y perduramos en la memoria de cada una de las personas que nos rodean, ¿por qué no coger el camino del exceso?.
Por el Espíritu del Vino
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