Nota del autor: han borrado el blog donde se encontraba alojada esta entrada. Por suerte la guardé (la unica vez que lo he hecho).
Something, Layla y otras canciones de amor: Pattie Boyd, la musa del rock.
Ian Dury nos contaba allá por 1977 aquello de
“Sexo, drogas y rock & roll”. Una ecuación explosiva, incontrolable,
creadora de momentos irrepetibles, pero a la vez tan banal que roza lo animal.
Seamos sinceros, el verdadero motor de la música, sea del género que sea, es el
amor, en todas sus vertientes, posibilidades o consecuencias. Todo gira
alrededor del amor. Pero esto es un blog de música, así que mejor os cuento una
pequeña y amena historia. La historia de cómo una muchacha de pelo rubio y
rostro angelical se convirtió en la musa de las dos mayores demostraciones de
amor en forma de música que se hayan escuchado jamás.
Pattie Boyd (1944), actriz y modelo, conoció a George
Harrison en 1964 durante el rodaje de “A Hard Day’s Night”, el
primer largometraje protagonizado por los chicos de Liverpool. Fue un flechazo. Pattie era el arquetipo perfecto de aquello que la Velvet
Underground, con la maravillosa voz de Nico, llamaba “Femme Fatale”. Cuantos hombres
cayeron rendidos a sus pies y profesaron amor durante tantos y tantos años a
aquella mujer que rebosaba sensualidad por cada poro de su piel. Y ella, tan
remilgada, inteligente y bien educada, obviaba cualquier insinuación con la
mayor de las cortesías. Ni ella ni su belleza eran de este mundo, caminaba levitando sobre los
mortales. Y sin embargo fue ella quien cayó rendida ante George Harrison.
George Harrison (1943) era cuanto menos un
tipo curioso. El beatle más oscuro e introvertido, espiritual y sexual, era una
flor tardía incapaz de florecer bajo la alargada sombra de dos monstruos
como Lennon y McCartney. El desprecio que en
ocasiones le regalaban tanto John como Paul no hizo más que espolearle como
compositor, y su introducción en la música hindú se convirtió en un nuevo
lienzo sobre el que crear. La mejora que tuvo tanto como compositor y
guitarrista fue sinceramente asombrosa. Cada álbum que The Beatles iba
sacando nos dejaba otra perla de Harrison (Think For Yourself, Taxman, Within
you Without You, I Me Mine,…), hasta que conAbbey Road el
círculo se cerró. Por un ladoHere Comes The Sun, y por otro, una de las
dos canciones que nos ocupan hoy, Something. La bestia aletargada
durante tanto tiempo había despertado.
Para Sinatra, la mayor canción de amor de la historia. Palabras
mayores, aunque, para el bueno de Frankie, el tema era de
Lennon-McCartney. Se le
perdona, Bowie al final lo hizo.
Something in the way she moves
Attracts me like no other lover
Harrison recorre cada uno de los versos de Something con la
más absoluta de las delicadezas. Está tratando con un material frágil, el amor.
Era el último álbum de los Beatles, Abbey Road, y cada beatle
trabajaba por sí solo, para evitar los conflictos que habían sobrevolado las
grabaciones de Let It Be. George Harrison en estado puro.
Harrison alegaría años más tarde que
compuso Something pensando en Ray Charles, en mi
humilde opinión, únicamente para dejar en mal lugar a Pattie, que siempre ha
defendido queSomething era una declaración de amor hacia ella. No
olvidemos el veneno que atesoraba George. En pequeñas dosis, al contrario que
Lennon, pero igual de efectivo.
Hasta aquí la historia es tan bonita y cursi que dan ganas de vomitar: la pareja Harrison-Boyd, los dos tan sumamente perfectos, haciendo gala de su amor. Amor al estilo beatle, tan hermoso como imposible. Hasta que llegó Eric. Empieza lo bueno.
Acto 2. Inglaterra. Verano de 1970
El amor es impredecible. Nunca sabes de quien te vas a enamorar, y lo peor es
cuando te enamoras de la mujer de tu mejor amigo.
Eric Clapton (1945) y George Harrison eran íntimos amigos allá
por 1968, incluso Eric colaboraría en la celebérrima While My Guitar
Gently Weeps, esa obra maestra dentro del White Album de
The Beatles. Obviamente conoció a Pattie y, como tantos otros, cayó rendido
ante su belleza. Por aquella época Clapton tenía novia, Alice, y
solían quedar juntos para cenar Pattie, George, Paula y el. Si, Paula
Boyd, hermanísima de Pattie y primer ariete que usaría a su antojo Eric
para derribar la muralla que rodeaba el corazón de Pattie. Las estrellas del
rock son así de caprichosas y obsesivas. Y nosotros disfrutando de ello.
Clapton era muy tímido con Pattie, estaba totalmente abrumado por la mujer de
su amigo pero ahora ya tenía una excusa para pasarse por el domicilio de los
Harrison. Las visitas fueron continuadas, y con las continuas ausencias de
George al estar grabando All Thing Must Pass, su primer álbum en
solitario tras la ruptura de The Beatles, las noches con su amada fueron
diarias, hasta que, entre copas de vino francés y demás, llegó el momento.
"Slowhand" se armó de valor, abrió su corazón de par en par y
le confesó su amor. Pattie, desde sus altares en el cielo, le dijo no, para más
tarde descender a los infiernos carnales y sucumbir ante un mar de besos.
Los tan añorados besos que Clapton había deseado durante tanto tiempo llegaron, y con ellos su oportunidad. O eso pensaba. Y es que Pattie, como ya hemos dicho, dejaba pilas de cadáveres por donde caminaba, y Clapton fue otro. La musa de cabellos rubios siguió con George. El primer intento había roto solo parte de la muralla. Quedaba el asalto final, el arma definitiva. Layla.
El origen de Layla tiene
dos vertientes: una es, obviamente, el deseo de conquistar a Pattie por parte
de Eric, y por el otro, un antiguo poema persa que marcó profundamente a
Clapton, aumentando más si cabe la obsesión que ya de por si le atormentaba y
le consumía por dentro. Clapton utilizó la única manera que conocía para poder
expresarle todo lo que sentía a Pattie: la música. Volcar todo lo que sientes
en unos cuantos versos, sacar lo mejor de ti mismo. Una catarsis en toda regla.
Tenía a la musa del rock de su parte. Todo lo que rodeaba a esa canción era
maravilloso.
Tan solo con una guitarra acústica,
Clapton le mostró a Pattie la Layla original. En ese momento
no era más que una simple balada acústica, pero estaba llena del amor no
correspondido que corrompía a Clapton. La última flecha que le quedaba atravesó
el corazón de Pattie, pero aquella no la cambiaría. Pattie volvería aquella
madrugada junto a George. El mismo George que no hacía caso a Pattie, que ya ni
dormía con ella. Su carrera, el rollo hindú que se traía o su proyecto de Bangladesh.
Todo era más importante que Pattie. Y aun así, la musa de cabellos dorados se
debatía entre su educación, su rectitud, el miedo, el compromiso, la
responsabilidad, quien sabe. Todo menos amor, lo que de verdad inundaba todo entre
ella y Eric.
What'll you do when you get lonely
And nobody's waiting by your side?
You've been running and hiding much too long.
You know it's just your foolish pride.
Acto 3. Miami. Septiembre 1970
Layla no es sólo la canción. Es el disco, el todo, el concepto. Son
las otras canciones de amor para Pattie que componen Layla & Other
Assorted Love Songs. Eric se fue para Miami, junto con Paula
(con un par y mucho morro), y su nueva banda, Derek & The
Dominos (Eric Clapton, Jim Gordon, Bobby Whitlock y Carl
Radle). Derek & The Dominos era la metadona que necesitaba Clapton
no solo para su incipiente adicción para la heroína, sumada a la que tenía ya
con la coca, sino también para desengancharse de Pattie. Pero realmente ni
podía ni quería. Por suerte encontró a su alma gemela musical, al hombre que le
dio un nuevo sentido a su vida, Duane Allman, guitarrista de
la Allman Brothers Band y dios de la técnica del slide. Junto
a él sacó adelante y grabó y gran parte del álbum.
Fue Duane quién cogió la primigenia versión de Layla que
Clapton había tocado solo a Pattie y le añadió ese riff antológico que ha
pasado a la historia. Todo ello bajo 6 guitarras superpuestas, creando ese
sonido compacto que tanto me enamora. La coda final de piano tema es obra de
Jim Gordon, batería y pianista de Derek & the Dominos. Una canción tan
compleja como el corazón de Pattie en ese momento. Difícil y a la vez
perfecta. Así era Layla.
En sí, todo el Layla & Other Assorted Love Songs es una
declaración de amor tan cruda que asusta. Un genio tocado por la varita mágica
de la musa del rock. En palabras de Pattie, “Creo que era increíblemente
crudo en aquél momento... Es un músico tan increíble que es capaz de poner sus
emociones dentro de la música de tal manera que el público lo puede sentir de
forma instintiva. Te atraviesa de lleno”. Eric Clapton alcanzó el Olimpo de la
música desde los infiernos.
Acto 4. Epílogo
Y atravesada quedó Pattie tras escuchar tal declaración de amor en forma de
canción y de disco. Pero no sería hasta 1974 cuando finalmente haría caso a su
corazón, dejando a George y abrazándose a Clapton. Se casaron en el
79, con Harrison de invitado. Pero esta historia no podía tener final feliz, y
entre cuernos y alcohol, el amor desapareció.
Y lo que parecía imposible y acabó sucediendo, se marchitó. Intenso pero
efímero, como una canción. Como estas canciones. Y recuerdas a Clapton:
¿"Por qué el amor tiene que ser tan triste"?
Dedicado a todas las musas de este mundo
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