martes, 2 de julio de 2013

Something, Layla y otras canciones de amor: Pattie Boyd, la musa del rock

Nota del autor: han borrado el blog donde se encontraba alojada esta entrada. Por suerte la guardé (la unica vez que lo he hecho). 

Something, Layla y otras canciones de amor: Pattie Boyd, la musa del rock.



Ian Dury nos contaba allá por 1977 aquello de “Sexo, drogas y rock & roll”. Una ecuación explosiva, incontrolable, creadora de momentos irrepetibles, pero a la vez tan banal que roza lo animal. Seamos sinceros, el verdadero motor de la música, sea del género que sea, es el amor, en todas sus vertientes, posibilidades o consecuencias. Todo gira alrededor del amor. Pero esto es un blog de música, así que mejor os cuento una pequeña y amena historia. La historia de cómo una muchacha de pelo rubio y rostro angelical se convirtió en la musa de las dos mayores demostraciones de amor en forma de música que se hayan escuchado jamás.

sábado, 20 de abril de 2013

Yo, yo mismo, Enrique Bunbury y Héroes del Silencio (Parte II)



Y sí. Cogieron el camino del exceso.

Aquel camino del exceso comenzó a principios del 93, en los últimos coletazos de la gira de Senderos de Traición. Los cuatro integrantes del grupo llevaban desde el 87 conviviendo día a día, como una gran familia. Pero se hacían mayores, especialmente Juan y Enrique, la cabeza bicéfala de Héroes, y nuevas experiencias e inquietudes se abrían a sus pies. Juan empezó a buscar un sonido más pesado con su guitarra, riffs más puros y ya no tan basados en aquellos arpegios. Por su parte, Enrique quería innovar, buscar otros sonidos. Sus viajes a Nepal habían despertado su lado más trascendental, y probablemente las drogas lo potenciaban. Aquel Tintín en “El Loto Azul” y el opio.

sábado, 13 de abril de 2013

Yo, yo mismo, Enrique Bunbury y Héroes del Silencio (Parte I)


Y yo que pensaba que El Desván Alternativo nunca volvería a abrirse de nuevo. Es más, cuando he entrado en él me he encontrado todo lleno de polvo y mierdas varias, no podía dar más de dos pasos sin tropezarme con una caja llena de discos, demás recuerdos antiguos e incluso una pistola de juguete de Disneyland París. Creí que con la entrada de Weezer ya hubo suficiente como para terminar la historia de este pseudo-blog musical, inconsistente a ratos, irregular en su contenido y nunca publicitado/spameado (hay miles y mejores que éste, para que engañarme).

Pero soy una persona que se mueve por impulsos y casualidades, y precisamente han vuelto a confluir ese impulso y esa casualidad necesarias para que vuelva a escribir por última vez en este blog, ya sí, para siempre. El génesis de todo esto empieza la misma noche en la que nació la entrada sobre Weezer, así que era algo lógico que llevara el mismo nombre. Son las dos caras de una misma moneda, una moneda perdida entre las aguas de un estanque en el jardín botánico, bajo la pétrea mirada de la estatua.